sábado, 24 de octubre de 2009

Bla, bla, bla


 

Al principio, iba a la iglesia sólo para agradar a “Tía Eliana” (en la época madre de mi novio y hoy mi suegra querida), ella me llamaba y eran muchas las veces que no quería ir, pero para no quedar mal, iba...


Fueron muchas las reuniones donde las palabras del pastor “entraban por un oído y salían por el otro”.


Yo creía que más tarde o más temprano se cansaría de invitarme, pero ¡nada!, cada día era una excusa...


“Fer, hoy es un día especial y quería invitarte para ir conmigo”,

“Fer, hoy hay un propósito muy especial que no podemos perder”,

“Fer, ¿venís conmigo así no voy sola?”, me parecía el golpe más bajo, pero no quería desagradar...


Aún con esa indiferencia aparente, después de cada reunión, siempre había una palabra que me tocaba. Hasta que un día...


“Hable con Dios ahora... Dígale cuánto Lo ama... Dígale que lo ama más que a todo en su vida... Más que a sus amigos, más que a su padre...”
“¡De ninguna manera!” Respondí. Claro que el pastor que estaba haciendo la oración no me escuchó, pero me acuerdo que fue la primera vez que hablé con Dios de verdad, sin repetición o palabras vacías, sino con sinceridad.

“Dios no puedo decirte que te amo, más que a mi padre, ¡porque no es verdad!

¡Mi papá es mí querido, mi adorado!

¡Yo conozco a mi papá, pero no Te conozco!

Pero sabes una cosa, Dios, yo quiero un día poder decir que Te amo más que a todo en mi vida. ¡Yo quiero conocerte!”


Nunca me olvidé de ese día y de esas palabras. Fue cuando, finalmente, decidí llevar a Dios en serio, fue cuando mi vida comenzó a cambiar realmente, fue cuando la Tía Eliana ya no necesitaba invitarme y comencé a hacer mi parte para conocer a Dios.


Poco tiempo después... El día que nunca olvidaré, el día que me acordé de aquellas palabras y finalmente pude decir...


“Mi Dios, yo te amo más que todo en este mundo, ¡incluso más que a mi papá!”
Fue el día de mi encuentro con Dios, ¡fue un día maravilloso!


Desde el momento que me di cuenta de cuán valiosa es nuestra sinceridad para con Dios tomo mucho cuidado, principalmente en la iglesia, cuando vamos a buscar Su presencia...


¿Cuántas son las veces que sólo repites las palabras del pastor, sin pensar si aquello es verdadero en su corazón?


Cuántas son las veces que en el momento de buscar la presencia de Dios, te diriges al frente, levantas las manos y comienzas a decir un montón de cosas, pero tu mente está en tu casa, en los hijos, en aquello que tienes que hacer... Y las palabras son vacías...



No te avergüences de admitir y encarar la realidad, pues cuando no vigilo ¡me sorprendo haciendo lo mismo!



Es cierto, el diablo es astuto, no nos quiere ver adorando a Dios, entonces él nos trae los más variados pensamientos en ese momento y si no luchas para espantarlos, terminas volviendo a tu lugar sintiéndote vacía y cada vez más lejos de Él...



Existieron y existen muchos momentos en que estamos todos adelante para buscar la presencia de Dios, pero si hay algo atribulándome o una preocupación, me desahogo con Él primero; a veces, están todos hablando en lenguas y yo todavía me estoy desahogando...


Entonces, la próxima vez que estuvieres buscando a Dios, recuerda estas palabras y sé sincera, sin duda alguna llamarás la atención de Él

1 comentario:

  1. hola sra. eso si es verdad primero uno tiene que desaogarse para poder concentrate en la oracion y mucho mas cuando uno esta buscando es ESPIRITU SANTO.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...