lunes, 16 de enero de 2012

Ella odiaba mi cabello largo…


Si eres jovencita y piensas que es muy temprano para llevar a Dios en serio, mira lo que Eunice, una esposa de aquí en Inglaterra, tiene para compartir contigo…

Crecí muy sola a pesar de tener una familia aparentemente muy linda, dentro de aquellas cuatro paredes, sólo yo sabía cuánto me sentía rechazada y solitaria.

Mis padres siempre intentaron darme lo mejor, pero debido a los muchos problemas que enfrentaban, siempre quedé en segundo plano. La vida de mi madre era dentro del hospital con mi hermana, y cuando no estaba en el hospital, estaba trabajando o estudiando.

Así fue que crecí muy rebelde. Nunca me gustaron las imposiciones ni las reglas. Hacía lo que quería, pues nadie me vigilaba.

Recuerdo que siempre iba a la escuela sola y moría de miedo de una de las chicas más grandes, que me odiaba sólo porque mi cabello era largo. Jajaja!

Un día ella me encerró en el baño y dijo que había una mujer de blanco allí adentro.

 ¿Vieron aquellas leyendas que cuentan en las escuelas para darnos miedo?

Yo era una niña y creía en todo. Lloré mucho y no quería ir más a la escuela… Todos los días se transformaron en una pesadilla. Para defenderme comencé a andar con personas que me traían seguridad, ¿pueden imaginar quienes eran, no?

Comencé a pelear en la escuela y hacer que las personas tuviesen miedo de mí. Decía palabrones, jerga callejera y no hice cosas peores sólo porque comencé a buscar a Dios a mis catorce años.

A partir de entonces, mi vida cambió completamente. No tuve que apartarme de mis “amigas”, ellas mismas se apartaron de mí. Querían hablar de cosas que ya no me interesaban, y así, se fueron apartando…

Comencé a hacer nuevas amistades con chicas que sumaban en mi vida. Ahora eran amigas como hermanas, pues teníamos al mismo Padre.

El Señor Jesús me amó, me dio cariño y trajo disciplina a mi vida.

Así, Dios me hizo una nueva persona y con una inmensa voluntad por ayudar a aquellos que viven perdidos, como yo lo estaba.

Otro día les cuento como conocía mi marido, y cómo indignada terminé mi noviazgo con él…


2 comentarios:

  1. Hola Señora sabe me identifico mucho con su testimonio ya que yo me entregué a Dios cuando tenía apenas 13 años y puedo decirle que mi edad nunca fue un impedimento para agradar y servirle a Dios.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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